La identidad como un constructo de varias capas: el cuerpo, la memoria, la tradición, el territorio, el espacio y su arquitectura, los lenguajes que configuran simbólicamente dicho origen esencial. Y la poesía en tanto petición mesiánica, desde la cual se intenta redimir la realidad y la vida. Desde ese doble sentido, podría leerse esta concisa y temprana antología visual donde Gabriel Guerra Bianchini sitúa algunas de las coordenadas por las que ha transitado en su devenir como artista, y sus testigos, emprendemos viaje por esa especie de biografía estética que nos deja en suerte.
Puesto que todo artista es un peregrino y la obra el equipaje indispensable, aquí constatamos la evocación de ese origen perpetuo del cual se puede salir pero que jamás se abandona. La mirada de Bianchini, siempre a medio camino entre la elegía y el optimismo, nos descubre una subjetividad infatigable, relativa a la posibilidad de un cosmos donde nos está dado habitar en distintos mundos a la vez; como una imagen repetida infinitamente en el tiempo.
Jorge Peré